viernes, 19 de septiembre de 2008

Crónica: Larcomar, un respiro

El cielo gris era el paraguas de este día, la garua iba en sentido contrario quedando impregnado en la casaca que me cubría del débil viento, iba caminando al parecer sin rumbo en la fría noche que golpeaba hasta mis huesos. Mientras caminaba, muchas preguntas pasaban por mi cabeza, muchas dudas, muchas preocupaciones que daban vueltas mi conciencia, y así continúe mi camino.
A lo lejos divise el hotel Marriott, hotel de lujo y me preguntaba como seria dormir una noche ahí entre esos adornos de mármol y piletas carísimas. Me acerque un poco más y divise varias luces, que me llamaban la atención, como si fuera la primera vez que iba por esas zonas, era Larcomar. Estaba con ganas de ir hacia ese lugar, un gran número de taxis que avanzaban, impedían mi misión, no podía cruzar hasta que la luz cambiase de color. De pronto la luz se volvió roja, los carros quedaron quietos atrayéndome a cruzar la pista y llegar a mi destino.
Al pisar larcomar lo primero que note, fue a varios adolescentes que caminaban por esas zonas, adolescentes que parecían felices, al menos su máscara llamada cara, me daba esa sensación, algunos estaban solos, otros con sus amigos, habían parejas de enamorados mostrando su cariño en público. También vi a personas de otras edades, niños, adultos, ancianos, algunos felices, otros tristes o preocupados caminaban buscando un rumbo por las calles de Larcomar.
Al llegar me pare junto al balcón, tan solo una reja nos separaba del mar, la brisa rosaba mi cara y al lado se encontraba una joven solitaria con un cigarro en la mano, y la mirada fijamente hacia el mar, trate de acercarme para poder hablar con ella, pero al parecer la chica no me mostraba ningún interés, me acerque sin temor y le pregunte que hacía por estos lugares, ella me respondió que el mar le llenaba de paz.
Al bajar los escalones escoltados por personas de seguridad observe las letras rojas de Tony Romas, me llamo la atención porque salía muy a la vista ya que los demás carteles mostraban letras frías y color metal, pero este resaltaba por su caluroso rojo.
La heladería parecía agradable, el heladero parecía hacer amigos fácilmente y ganarse con el público, me convenció para comprar un helado, pedí uno de limón, tenía ganas de algo cítrico. Quería distraerme un poco, así que decidí ir a los juegos electrónicos, donde la mayoría de infantes suelen ir a matar su tiempo mientras sus padres van a tomar un café. Entré y lo primero que me llamo la atención fue aquel juego de pasos de baile de donde la gente salía sudorosa y cansada, decidí probar suerte así que entre a ese juego, puse la opción mas fácil y aun así, perdí en el primer juego, no me sentí frustrada, era la primera vez que entraba a jugar en ese juego, no había de que lamentarse.
Lo que más quería era sentirme relajada, sentir esa tranquilidad que ansiaba, esa paz, entonces recordé a la joven del balcón y lo que dijo sobre el mar, en seguida subí al balcón y ahí divise el mar y sentí algo, como si las olas me llamaran y el reflejo de la cruz luminosa en el fondo se uniera con las aguas para reflejarme esa sensación de alegría y paz. Tome un gran respiro, mire hacia el cielo, me sentí tranquila y me dije a mi misma, es tiempo de volver a casa
PATRICIA ARAMBURU QUILLAMA

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